Vestuarios UPO. Carlos Puente y Alejandro Alférez

Carlos Puente, Alejandro Alférez

El objeto del presente proyecto consiste en la ejecución de un edificio de vestuarios que sirva a los dos campos de fútbol de hierba artificial ubicados dentro del área deportiva oeste del campus de la Universidad Pablo de Olavide.

Este conjunto de edificio de vestuarios y campos de fútbol se proyectan dentro de un contexto de actuación urbanística de mayor envergadura como es la adecuación técnica y reordenación paisajística de toda la zona deportiva oeste de la Universidad Pablo de Olavide. Se trata de actualizar y “poner al día” una zona de la universidad que, si bien conserva elementos de valor, originales del primer diseño del campus, elementos que le otorgan interés arquitectónico y ambiental, se encuentra en una situación evidente de deterioro y abandono, con una red de instalaciones técnicas y de acondicionamiento urbano claramente insuficientes y anticuadas. Las instalaciones deportivas han quedado totalmente desfasadas y se encuentran lejos de las exigencias y prestaciones de una zona deportiva acorde con un entorno universitario actual.

Se trata en definitiva de un área de gran potencial e interés ambiental, pero que debido a esa falta de instalaciones y al deterioro de sus elementos configuradores, se encuentra claramente infrautilizada dentro de la vida del campus universitario. El edificio de vestuarios forma por tanto parte de ese conjunto de actuaciones que tienen como finalidad la regeneración de todo el área oeste de la universidad Pablo de Olavide.

El edificio de los vestuarios es una instalación indispensable para el uso adecuado de los nuevos campos de fútbol. El conjunto resultante -campos de fútbol de hierba artificial y vestuarios- permitirá disponer a la universidad de unas instalaciones deportivas que, con un mantenimiento muy inferior al de un campo de hierba natural, abren unas posibilidades para la práctica deportiva, tanto en intensidad como calidad de uso, muy superiores a las de los campos de tierra que existían hasta ahora.

Descripción de la solución adoptada.

Situado entre los dos campos de fútbol a los cuales ha de prestar servicio, el edificio de vestuarios se orienta en el mismo sentido (noroeste-sureste) que la red de caminos de toda esta zona deportiva que es también la dirección de los pabellones deportivos existentes y de las pistas deportivas planificadas.
Es evidente, por tanto, la vocación del nuevo edificio de insertarse en la malla existente, como una pieza más, sin reclamar para así una alineación o forma que se salga de la composición general de toda la zona deportiva. Su proporción apaisada responde a la necesidad de ajustarse al espacio disponible que dejan los campos de fútbol además de resultar una forma ventajosa de distribuir el programa requerido para los vestuarios.
Se adopta por tanto un esquema lineal en el que se disponen los distintos usos en batería y, salvo excepciones de cuartos donde no es indispensable, de forma pasante entre ambas fachadas. Este esquema cruzado o pasante atiende a la situación centrada entre los dos campos de fútbol, de tal forma que el edifico no tiene una fachada principal que pudiera dar prioridad a uno de los dos campos. Además, la disposición pasante permite en todos los locales una ventilación cruzada beneficiosa sobre todo en los meses calurosos del año.
Se modula la estructura de acuerdo a esta disposición en batería, dividiendo el edificio en 4 módulos de 6,5 metros (cuatro módulos para vestuarios) y un último módulo en el extremo a norte, de 4,95 metros, donde se ubican el botiquín y vestuarios de entrenadores o árbitros. Este conjunto se adosa en el otro extremo a sur al módulo de cuartos de instalaciones (también de 6,5 metros).
Los módulos de vestuarios de equipos son todos iguales. En ellos se dispone un espacio principal con entrada desde ambas fachadas donde se ubicaran los bancos y taquillas y que constituye el espacio propiamente de vestuarios. Desde este espacio, y ya en una posición más resguardada, se accede a la zona de duchas o a la de aseos, divididas ambas por un tabique en forma de “T”. En este tabique se ubican sanitarios o lavamanos, según sea a zona de duchas o de aseo, y, del lado de los vestuarios, sirve para posicionar la camilla de masajes.
Los vestuarios de entrenadores y cuarto de botiquín se sitúan en cabeza del edificio donde se abandona el esquema pasante al ser todo éstos cuartos de menor dimensión.
El edificio se rodea de una galería perimetral cubierta por el vuelo simétrico en todas sus fachadas de la estructura del edificio. Este espacio cubierto se cierra parcialmente hacia los campos con una celosía de bloque calado, formándose así un deambulatorio o galería continua rodeando al edificio.
Esta envolvente, formada por el vuelo de la losa de cubierta y la celosía perimetral, evita la radiación directa sobre las fachadas y protege el entrar y salir a los vestuarios de la actividad general de la zona deportiva, actuando como umbral entre el interior del edificio y las zonas al aire libre. En el interior de los vestuarios, unas líneas de tragaluces de tubos reflectantes compensan la ausencia de soleamiento en fachada.
Una jardinera lineal, situada a los pies de la celosía, permitirá el desarrollo de la madreselva y las glicinias que acentuaran la sensación de frescor y sombra en la galería.
La sección transversal, constante a lo largo de todo el edificio, será por tanto la mejor manera de describirlo y la que explica su formalización. Cada eje de estructura se corresponde con un pórtico de canto que salva la luz entre fachadas. Entre pilares, sobre las fachadas longitudinales, se disponen otros pórticos de canto que serán los que asuman la torsión del vuelo de la cubierta sobre la galería.
El forjado del edificio queda a una altura ligeramente inferior a la de la losa perimetral de forma que puedan ubicarse todos los elementos que configuran la cubierta sin sobresalir respecto a la cota de la losa y sin necesidad de formar un peto de cubierta que hubiera alterado la imagen de la estructura del edificio.
Texto de la memoria

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En tiempos de “LA CASA OCUPADA”.
Notas sobre los vestuarios de los campos de juego del campus de Olavide. Sevilla de
Carlos Puente Fernández y Alejandro Alférez Aledo

"No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada."

Extracto final de “La casa tomada”
Julio Cortázar.

Nos permitiréis unas breves palabras, tras la descripción rigurosa que la memoria del proyecto hace de la última obra en Sevilla de Carlos Puente Fernández en compañía de Alejandro Alférez Aledo, y decimos nos permitiréis, pues siempre hemos pensado que en arquitectura, si no es para la crítica bien construida y sosegada, no se debe hablar. Y lo creemos porque la arquitectura se hace, se construye, se vive, pero no se dice o cuenta, pues las palabras sobre arquitectura nunca serán arquitectura. Algo que creemos satisfaría, en un sentido parecido, al Carlos Puente que cita la máxima de Borges de que “Lo bueno sería quedarse en lector. Y no escribir. Porque ya se ha escrito bastante”, que tanto se le puede aplicar a la arquitectura como a la escritura sobre arquitectura… Sí queremos, sin embargo, aportar unas breves notas sobre la actitud de quien hace arquitectura, esta arquitectura. Un hacer que como al personaje masculino de la Casa tomada de Cortázar ya sólo le queda el reloj de pulsera, porque el vaciamiento de la contemporaneidad del tiempo que le ha tocado habitar está acabando, casi ha acabado paradójicamente, por ocupar toda la escena vital de un cuerpo, la arquitectura, con la banalidad y la burocracia del artificio arquitectónico, aquello que en realidad no es arquitectura. A Carlos Puente y Alejandro Alférez, tampoco les queda más que el reloj de pulsera, pero al fin y al cabo esta pequeña máquina pegada al cuerpo, que rodea la muñeca de la mano que dibuja y proyecta como prolongación de la cabeza, contiene la auténtica materia de la arquitectura, el tiempo…Tiempo, substancia primera y última de la que resulta la reconstrucción de todo lo demás, la cella y el dominio extendido, la sombra, la masa y el hueco, la materia, el vuelo y el orden, el lugar, el ingenio y la alegría del antes y el después…En este ejercicio sucinto, de intensidad casi abstracta, uno percibe que ese tiempo se sitúa como permanencia del tipo, de la materia y del orden natural de las cosas del haciendo, no del hablando; y para entonces a Carlos Puente y Alejandro Alférez ya les da igual que la casa haya sido tomada…

José Luis Gil Pita
Cristina Nieto Peñamaría
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Ficha técnica

Autoría: Carlos Puente / Alejandro Alférez

Localización: Sevilla, España

Año: 2010-2013

Fotografías: Javier Orive


Editado por:

CQ Tectónica

Publicado: Mar 2, 2015

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