Reutilizando una estructura industrial existente, Batlleiroig Arquitectura construye en Barcelona un edificio sostenible y eficiente que mejora su relación con el entorno y genera amplios espacios diáfanos, diseñados para el bienestar de los usuarios en contacto con el exterior.
El proyecto de oficinas en la antigua Carretera del Prat, situado al límite entre los municipios de Barcelona y l'Hospitalet de Llobregat, consiste en la reforma y ampliación de un edificio industrial de 2 plantas construido a principios de los años 90. Una intervención sostenible y respetuosa con las preexistencias que cuenta con una cubierta verde productiva y una renovada fachada biofílica para la que se ha contado con la incorporación de soluciones de cerramiento de Wicona.
Fotografía: Antonio Navarro Wijkmark
El edificio antes de la intervención.
El edificio existente, considerado totalmente obsoleto tanto por su imagen como por el uso al que estaba destinado, fue diseñado originalmente como concesionario y taller de vehículos. El principal objetivo del proyecto propuesto por Batlleiroig ha sido convertir un edificio diseñado para los coches en un edificio pensado para las personas y su bienestar, en el que ubicar unas nuevas oficinas corporativas. Además, el edificio construido no agotaba la edificabilidad máxima permitida, por lo que a la intervención de reforma se le suma la voluntad de ampliación mediante una remonta de 2 plantas nuevas.
Plano de emplazamiento
Fotografía: Antonio Navarro Wijkmark.
El acceso al edificio se ubica en una de las esquinas, a través de un porche elevado por encima de la calle que da la bienvenida a los usuarios. En este espacio cubierto de doble altura, un muro cortina de grandes dimensiones permite la permeabilidad y relación visual directa con el vestíbulo de entrada. La composición de colores y acabados del hall de acceso resalta la conservación de los elementos de la estructura original tales como techos y pilares, que conviven en armonía con la nueva estructura del edificio.
Fotografía: Antonio Navarro Wijkmark.
Planta de acceso.
Fotografía: Antonio Navarro Wijkmark
Planta segunda
La intervención ha consistido en desmontar completamente la envolvente existente, cerrada y con volúmenes desordenados, para generar una nueva fachada más abierta, transparente y ordenada, mejorando la iluminación, la ventilación y el aislamiento, al mismo tiempo que se favorece la relación con el entorno inmediato.
Fotografía: Antonio Navarro Wijkmark
La nueva carpintería se sitúa retranqueada respecto al plano de fachada, generando en todos los niveles terrazas accesibles a ambos lados. Estos espacios exteriores cubiertos no solo permiten la limpieza y mantenimiento de las fachadas sin necesidad de medios auxiliares, sino que, además, se utilizan como espacios de ocio donde potenciar la biofilia en el entorno de trabajo, con la introducción de vegetación.
Este filtro vegetal adquiere un protagonismo relevante en la nueva imagen de la fachada, a la vez que favorece el comportamiento bioclimático del edificio, ayudando a reducir el efecto “isla de calor”.
Debido a la proximidad y altura de los edificios vecinos, se considera la cubierta como la quinta fachada del edificio. Por eso, y para conseguir mayor altura en las plantas, se ubican las cerchas por encima del plano de cubierta, haciendo que la estructura pase a ser un elemento clave en la imagen arquitectónica del edificio.
Sección transversal
Fotografía: Antonio Navarro Wijkmark
Además, se introducen zonas ajardinadas y una pérgola de placas fotovoltaicas que, aparte de contribuir a la producción eléctrica, proporcionan sombra a la cubierta, reduciendo el asoleo y la demanda energética del edificio, pasando de una cubierta contaminante por la presencia de vehículos a una cubierta verde y productiva.
Reaprovechar total o parcialmente edificios existentes es un principio fundamental de sostenibilidad. La construcción lleva asociado un impacto ecológico, un consumo de energía y una generación de residuos que afecta de forma negativa al medio ambiente. Rehabilitar permite disminuir este impacto negativo en comparación a la construcción de un edificio de obra nueva, reduciendo consumos energéticos, emisiones de CO2, volumen de residuos y extracción de materias primas.
Por este motivo, la reutilización de la estructura existente ha sido una premisa inicial del proyecto, una decisión transcendental que permite alargar y mejorar la vida útil de una estructura consolidada, amortizando en el doble de tiempo el impacto ecológico generado en su construcción inicial.