El pasado 25 de julio de 2021 se hacía pública la designación del Paseo del Prado y el Buen Retiro como bien incluido en la Lista del Patrimonio Mundial, en la categoría de Paisaje Cultural, después de varios años de trabajo constante, promovido por el Área de Gobierno de las Artes, Deporte y Turismo del Ayuntamiento de Madrid1, con la colaboración de la Comunidad de Madrid y el respaldo del Ministerio de Cultura y Deporte2.
Dicha designación ha sido celebrada como un triunfo, y no es para menos, pues se trata de la primera declaración en el municipio madrileño, reconociendo la UNESCO en el sitio la conjunción de una serie de valores, concretados en: la combinación de la naturaleza con las artes, las ciencias y la cultura, por la función de muchos de los edificios que delimitan el borde del Paseo y sus inmediaciones o se distribuyen por el interior del Parque del Retiro; el reflejo de la evolución del urbanismo y del paisajismo desde el siglo XVI; y el ser, desde su origen y hasta hoy, un lugar para la recreación y la representación, política y social.
Ayuntamiento de Madrid, Mapa I. Límites de la propiedad. Actualización del expediente de nominación, febrero 2020.
La delimitación de la zona declarada arranca en la Plaza de la Cibeles, continúa por el Paseo del Prado, incluso recogiendo parte de la Carrera de San Jerónimo, hasta la Glorieta del Emperador Carlos V, bordea el Parque del Retiro en sus orientaciones sur, este y norte, y alcanza la calle y Puerta de Alcalá, para cerrarse en el inicio. El área comprendida es de 218, 91 has, de la cual el 75% es espacio natural de extraordinario valor, integrado en la ciudad, esto es, el propio Paseo del Prado, los dichos Jardines del Buen Retiro y el Real Jardín Botánico. Por otra parte, el 82% del suelo pertenece a instituciones públicas, especialmente al Ayuntamiento de Madrid, en el que se sitúan 35 bienes declarados de interés cultural, entre conjuntos, monumentos y jardines históricos3.
El origen del Prado de los Jerónimos, y la progresiva configuración del Paseo de su nombre, un eje norte-sur en una extensa vaguada con un caudaloso arroyo, está asociado a la fundación real en 1503 de un monasterio de dicha orden de religiosos en sus inmediaciones, al este de la villa. Su importancia para la Corona fue progresiva, a partir del emperador Carlos V, quién promovió aquí la construcción de un cuarto real para su ocasional retiro, de ahí su nombre posterior, el cual ampliado por su hijo el rey Felipe II en 15614, con trazas de Juan Bautista de Toledo. A este carácter de cenobio se unió tempranamente el político, como sede de cortes y juramentos de príncipes, y el de polo de referencia urbano, al ser incluido el sitio en un protocolizado itinerario que debían seguir los monarcas y altos personajes que accedieran a la Corte por el Camino de Aragón o Alcalá de Henares en dirección al Alcázar, atravesando el Prado y subiendo por la Carrera de San Jerónimo5.
Juan Van Kassel (a), Vista de la Carrera de San Jerónimo y el Paseo del Prado con cortejo de carrozas,1686, ©Colección Carmen Thyssen-Bornemisza.
Estaba por entonces el Paseo organizado en dos sectores, el llamado “Prado Viejo”, entre la calle de Alcalá y la dicha Carrera frente al Monasterio, y el “Prado de Atocha”, entre ésta última vía y el Camino de Vallecas6, en cuyo encuentro se hallaba el celebrado santuario de esa denominación, de antigua culto entre la población madrileña.
Para dignificar la entrada de cortejos reales se creó una avenida con tres líneas de arbolado y se construyeron fuentes, aunque en 1613 se amplió en tres calles, convirtiéndose así en una primera alameda urbana, modelo para otras posteriores españolas e hispanoamericanas7.Pero antes, en 1599 se había producido otro recibimiento solemne, el de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, para quien se levantó la primitiva Puerta de Alcalá.
Jusepe Leonardo, Vista del Palacio y Jardines del Buen Retiro, 1637, Patrimonio Nacional.
Un hecho importante para el devenir del Paseo fue también la decisión del duque de Lerma, poderoso y ambicioso valido, que regía los destinos de la Monarquía española, de construir en 16038 una quinta recreativa en su margen occidental, en lo que entonces era la periferia de Madrid, al adivinar las enormes posibilidades de multiplicación del valor de su suelo. De hecho, fue el antecedente de las casas de recreo que paulatinamente irían apareciendo en el siglo XVII y contribuirían a convertirlo en el principal paseo de la villa.
Pedro de Texeira, Mantua Carpetatorum sive Matritum Urbs Regia (detalle), 1656.
Sin embargo, la importancia y consolidación representativa del Prado se asocia definitivamente a la construcción del Palacio y Jardines del Buen Retiro a partir de 1632, proyecto de un nuevo valido, el conde duque de Olivares, sobre el cuarto real del monasterio jerónimo, con el fin de distraer la atención del rey Felipe IV de los asuntos de Estado. Las trazas del conjunto son de Alonso Carbonel, bajo la supervisión del superintendente de las Obras Reales, Giovanni Battista Crescenzi, y su función fue en origen recreativa y temporal, como lo demuestra la construcción del Patio de Oficios, al que se abría el Salón de Reinos, y la Plaza Grande para grandes espectáculos cortesanos, así como las piezas autónomas del Casón o salón de baile, y del Coliseo o teatro9. Del mismo modo, sus jardines formales a la italiana presentaban recorridos laberínticos, no faltando lagos, canales, estanques, fuentes, arboledas y huertas, casa de fieras, picadero y pajareras, destacando seis singulares ermitas en distintos puntos de la posesión10.
La extensión del conjunto era aproximadamente la mitad de la superficie de la villa de Madrid, lo que no fue óbice para su inclusión en la nueva cerca de Felipe IV, determinando el crecimiento de la población por esta orientación11. El Prado y el Retiro asumieron así ese emplazamiento de carácter mixto de ciudad que se asoma al campo, entre residencia permanente y temporal12, siendo el palacio el cénit del tipo de casa campestre a la española, ofreciendo una alternativa relativamente autóctona a la villa italiana y al château francés, en la que se superponen el alcázar y el cortijo13. Esta concepción se refleja en la falta de un plan previo, sin unidad ni jerarquía, resultado de la prisa, la improvisación y la necesidad, construido con materiales pobres y revestimientos que fingían una mayor riqueza decorativa. Sin embargo, la materialización de lo esencial del proyecto en apenas ocho años causó la admiración en otras cortes europeas.
Casón del Buen Retiro, Madrid. patrimonioypaisaje.madrid.es.
El agua fue esencial, tanto en el Prado como en el Buen Retiro, y también la fertilidad del terreno y la posición geográfica, lo que ya anotaba Fray José de Sigüenza en el siglo XVI, lo que favoreció la plantación de un número “astronómico” de árboles en el corto periodo de tiempo de medio siglo14.
Por otra parte, la residencia y la recreación condicionaron el Prado hasta la primera mitad del siglo XVIII, pues fue el Buen Retiro palacio favorito de los primeros Borbones frente al Alcázar, y más tras el incendio de éste en 1734. Los reyes quisieron convertirlo en un nuevo Versalles, como atestiguan los proyectos del arquitecto de Luis XIV Robert de Cotte en 171115, aunque el único fruto de tan ambiciosa idea fue el llamado Jardín del Parterre frente al Casón, atribuible a su discípulo René Carlier.
Jardines del Parque del Retiro frente al Casón del Buen Retiro. patrimonioypaisaje.madrid.es.
La creación del Buen Retiro había supuesto el impulso renovado para la construcción de casas principales en el Prado por la primera nobleza, en lo que fueran huertas y eriales, pues veía así una manera de mantenerse próxima a la Corona, a la par que se alejaba del abigarrado caserío, buscando aires más saludables, rodeados de jardines. Digna de mención es la del conde de Monterrey (1638), obra de Juan Gómez de Mora, como la dicha del duque de Lerma o la del regidor Juan Fernández de 1619, en todas las cuales impuso los rasgos estilísticos de la época de los Austrias: la bicromía de la piedra y el ladrillo, las galerías, los balcones y las torres esquineras con chapiteles de pizarra. Posterior a la de Monterrey es la residencia de los condes de Alba de Liste, luego de los marqueses de Alcañices, levantada hacia 1663 en el cruce de la calle de Alcalá, pero siguiendo las mismas pautas formales16, o la del conde de Aguilar de Inestrillas en la esquina de la Carrera de San Jerónimo, adquirida por la duquesa viuda de Osuna hacia 1737 y luego por la de Atri al fallecimiento de ésta en 174917, quién la reformó con trazas de Francisco Sánchez, pasando a los duques de Villahermosa en 1771.
Reinaba ya en esta última fecha en España Carlos III, promotor del gran proyecto transformador del Prado y el Retiro, con el fin de dotarles de un carácter ilustrado, no sólo por los edificios científicos que se emplazaron en los límites del Paseo, sino también por la ambiciosa remodelación de éste, conforme a nuevas ideas urbanísticas.
José de Hermosilla, Plano de los paseos del Prado, Recoletos y Atocha de Madrid, 1767. Biblioteca Nacional de España.
El plan se remonta a 1767, por encargo del primer secretario de Estado, el conde de Aranda, al arquitecto José de Hermosilla, quien propuso la creación de un eje viario que sirviera de articulación entre el casco histórico y el conjunto palatino del Retiro, con forma circoagonal y tres puntos de referencia en los extremos, resueltos a modo de exedra, y en el centro, enfatizados con fuentes. Surgió así el llamado Salón del Prado, cuyo terreno se niveló, se plantaron árboles y se canalizó el arroyo llamado de la Fuente Castellana, que hasta entonces se salvaba con puentecillos y se desbordaba periódicamente, causando graves perjuicios18.
Fuente de Neptuno del escultor Juan Manuel de Mena. patrimonioypaisaje.madrid.es.
Puerta de Alcalá. Francisco Sabatini, 1778. Fotografía: Montse Zamorano, enero 2021.
Hermosilla proyectó avenidas más amplias en el centro para el tráfico de coches y laterales para los peatones, todas pavimentadas, y asientos de piedra adosados a los muros de contención de la canalización, rematadas con barandillas de hierro, que mantenían su carácter estancial. Ventura Rodríguez asumió la dirección de los trabajos en 177519, encargándose de diseñar las fuentes con temas mitológicos, la del norte a la diosa Cibeles, la del centro a Apolo y la del sur a Neptuno, obras escultóricas de Francisco Gutiérrez, Alfonso Bergaz y Juan Manuel de Mena, respectivamente. Además, una nueva Puerta de Alcalá, proyecto de Francisco Sabatini en 1778, contribuyó a darle una mayor magnificencia a esta entrada y su entorno inmediato20.
Real Jardín Botánico. © MonumentaMadrid. whc.unesco.org/en/documents/172678
En cuanto a las instituciones que acogió el Paseo, con la doble idea de divulgar la ciencia y la enseñanza y hermosear el sitio, la primera fue el Real Jardín Botánico con trazas del referido Sabatini de 1774, y la asistencia de los botánicos Casimiro Gómez Ortega y José Pérez Caballero, aunque el arquitecto Juan de Villanueva lo completaría con la estufa cuatro años después y la puerta norte en 178921.
Juan de Villanueva, Plantas, alzados y perfil del edificio del Museo del Prado, 1796, Museo Nacional del Prado.
A Villanueva también se debe el actual Museo Nacional del Prado, proyecto de 1785 con un triple programa en origen para Gabinete de Historia Natural, Academia de Ciencias Naturales y Paraninfo, para ésta y para la de Bellas Artes de San Fernando. Cada pieza contaba con su propia autonomía, incluso en los accesos por cada frente, pero constituyendo un bloque unitario con vocación urbana, pues se trataba de que fuera el telón de fondo que cerrara ópticamente el Paseo22. Próximo, pero no inmediato al Museo, en el Cerrillo de San Blas, Villanueva igualmente proyectó en 1790 el Observatorio Astronómico, a modo de templo o tholos del saber23.
Real Observatorio Astronómico. © Ayuntamiento de Madrid. whc.unesco.org/en/documents/172680
Otros edificios en el entorno del Paseo del Prado trataron también de acompañarlo en su dignificación, ya fueran de carácter industrial, como las Reales Fábricas de Platerías Martínez, proyectada por Francisco Ribas e inaugurada en 1792, Porcelana del Buen Retiro24, fundada en 1760 en la actual Glorieta del Ángel Caído, estas dos últimas desaparecidas, y Tapices, trasladada al Olivar de Atocha en 1889 con proyecto de José Segundo de Lema; o asistencial, destacando el Hospital General de José de Hermosilla de 1755 y Francisco Sabatini, éste a partir de 176925.
Iniciado también durante el reinado de Carlos III, un nuevo palacio particular vino a superar en magnificencia todos los construidos con anterioridad en el Paseo del Prado, el de Buenavista de los duques de Alba, en el encuentro con la calle de Alcalá. Fue iniciado en 1778 conforme al proyecto clasicista de Pedro Arnal, adquirido inconcluso por el Ayuntamiento de Madrid para regalárselo a Manuel de Godoy en 1807, después confiscado y cedido por el rey Fernando VII al Ejército en 1816 para Museo de Artillería, con la idea de continuar aglutinando en este eje el reflejo de todos los órdenes del saber26.
La Guerra de la Independencia afectó profundamente al Palacio del Retiro, que había sido ocupado como cuartel y fortificado, tras la cual sólo quedaron la crujía del Patio de Oficios ocupada por el Salón de Reinos, el Casón y los jardines, si bien éstos con innumerables pérdidas, que propiciaron su transformación en el siglo XIX y con ella su progresiva apertura al público, definitiva a partir de 1848.
Estanque del Parque del Retiro y Monumento a Alfonso XII. Foto: Servicio Histórico COAM.
Esta nueva situación, sin embargo, enriqueció al Retiro con diversas construcciones, como un nuevo embarcadero en el Estanque Grande en 1818, obra de Isidro Velázquez, que sería sustituido en 1901 por el Monumento a Alfonso XII de José Grases Riera y escultura de Mariano Benlliure, o los pabellones de exposiciones llamados de Velázquez y Cristal, proyectados ambos por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco en 1881 y 1886, respectivamente27.
Palacio de Cristal en el Parque del Buen Retiro. Foto: Servicio Histórico COAM.
El solar dejado por el palacio real favoreció la planificación de un nuevo y elegante barrio en 1865, elegido por la alta sociedad madrileña para su residencia, integrando las edificaciones conservadas para actividades culturales y añadiéndose otras nuevas con esta misma función, como la Real Academia de la Lengua, realizada por Miguel Aguado en 1891, o el Archivo General de Protocolos, de Joaquín de la Concha de 1884. En este barrio llamado de los Jerónimos o de Alfonso XII, por el nombre de la calle que le separó del Parque del Retiro, hay otros significativos edificios no residenciales, como la Bolsa de Comercio, de Enrique Repullés y Vargas de 1884, el Hotel Ritz, proyectado por Charles H. Mewes en 1908 y, como aquélla, situado en la Plaza de la Lealtad28, o la sede del Ayuntamiento de Madrid en lo que fuera monumental Palacio de Comunicaciones, proyecto de Antonio Palacios y Joaquín Otamendi de 1904.
Agustín Felipe Peró, Plano de alineaciones del barrio de los Jerónimos, 1871, Archivo de Villa de Madrid.
Frente a las casas de vecindad de este Barrio, las familias más pudientes, o con mayores deseos de ostentación, construyeron palacetes u hoteles con fachada al Prado, rodeados de jardines, recuperando así la tradición de los siglos XVII y XVIII y definiendo la pauta de su prolongación norte en los Paseos de Recoletos y especialmente de la Castellana. Entre los hoteles del Prado destacaron el del empresario José Xifré, encargado al arquitecto francés Êmile Boeswildbald en 186229 y cuyo solar ocupa actualmente el Ministerio de Sanidad, el palacete del doctor González de Velasco, obra de Francisco de Cubas de 1873, que acoge el Museo Nacional de Antropología, o la actual Casa de América, que fuera neobarroco palacio del marqués de Linares, en la Plaza de Cibeles, atribuido al belga Adolphe Ombrecht y construido también a partir de 187330.
Durante las últimas décadas del siglo XX , en el Paseo del Prado y en el parque anejo del Buen Retiro no se ha dejado de potenciar su condición de centro de las Artes y las Ciencias en Madrid, como lo demuestra la instalación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en el citado Hospital General y cuya ampliación realizó Jean Nouvel en 1999, el Museo Thyssen en el antiguo Palacio Villahermosa, obra de Rafael Moneo de 1989, quién también llevó a cabo la incorporación del claustro jerónimo al Museo del Prado en el año 2000, o el Caixaforum Madrid en la antigua Central Eléctrica del Mediodía, remodelada por Herzog & De Meuron en 2003, entre otros.
Álvaro Siza, Juan Miguel Hernández León, Carlos de RiañoJosé Miguel Rueda y Fernando de Terán, Plan Especial Prado-Recoletos, 2002.
Además, en 2002 se convocó un concurso para la redacción del plan especial del Paseo del Prado, junto con el de Recoletos, que ganó el equipo encabezado por Álvaro Siza y Juan Miguel Hernández León, el cual fue objeto de gran polémica por la solución del tráfico y ordenación arbórea, que concluyó con la paralización, hasta la fecha, de su ejecución.
En definitiva, este conjunto declarado, este denominado Paisaje de la Luz, reúne en su delimitación una síntesis del pasado cultural, no sólo de Madrid, sino de todo el país, reflejado en sus trazados urbanos y paisajísticos, como su innovadora alameda, y en su rico patrimonio arquitectónico y artístico. Es además un modelo irrepetible de la incorporación de la naturaleza en la ciudad y de materialización edificada de la evolución del ideario social, por lo que se entiende la atención y aprecio que le ha dispensado la UNESCO al declararlo Patrimonio de la Humanidad y, con ello, exigiendo la responsabilidad a las autoridades españolas, en particular a las madrileñas, de trabajar por su más amplio conocimiento, difusión y conservación, para disfrute de propios y foráneos.
Notas
[1] Reflejo de este ingente trabajo es el dossier aportado y publicado en la web del Ayuntamiento de Madrid, realizado por un numeroso equipo de expertos en urbanismo, medio ambiente, turismo, patrimonio cultural y paisaje, incluyendo funcionarios municipales y contratados externos, coordinados por la historiadora Mónica Luengo Añón. Como asesores científicos se contó con: Alfredo Alvar Ezquerra, Josefina Gómez de Mendoza, Antonio Lafuente García, Concepción Lopezosa Aparicio, Pedro Moleón Gavilanes, Miguel Morán Turina y Javier Ortega Vidal. La responsable de la propuesta de nominación ha sido la arquitecta Carmen Rojas Cerro.
[2] La designación fue realizada en el marco del 44º Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, celebrado en la ciudad china de Fuzhou.
[3] Mónica Luengo Añón (coord.), Paseo del Prado and Buen Retiro. A lanscape of Arts and Sciences, Nomination Dossier Update, February 2020, Vol. I, p. 102.
[4] Miguel Lasso de la Vega Zamora, “Iglesia Parroquial de San Jerónimo el Real”, en Amparo Berlinches Acín (dir), Arquitectura de Madrid. Casco Histórico, Madrid, Fundación COAM, 2003, tomo 1, p.24.
[5] Al parecer este rígido protocolo se estableció a partir de la ostentosa entrada en Madrid de la reina Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II, en 1570. Ver: Juan López de Hoyos, Real Apparato, y sumptuoso recebimiento con que Madrid (como casa y morada de su M.) rescibió a la Serenísima reyna D. Ana de Austria…, Madrid, Juan Gracián, 1572 (Madrid, Ábaco, 1976) y Concepción Lopezosa Aparicio, “Fiesta oficial y configuración de la ciudad. El caso del madrileño Paseo del Prado”, Anales de Historia del Arte, nº 12, 2002, pp. 79-92.
[6] El estudio más completo sobre el origen y evolución del Paseo del Prado sigue siendo: Concepción Lopezosa Aparicio, El Paseo del Prado de Madrid, arquitectura y desarrollo urbano en los siglos XVII y XVIII, Madrid, Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 2005.
[7] Una de las bazas principales del dossier preparado para la declaración se basaba precisamente en demostrar como el Paseo del Prado fue la primera alameda hispánica, que habría de influir en otras mexicanas, peruanas, cubanas o chilenas, aportando ejemplos de ellas. Mónica Luengo Añón (coord.), dossier. cit. También ha sido estudiado por: Concepción Lopezosa Aparicio, “Los paseos en las ciudades iberoamericanas del setecientos. Análisis de su inserción urbana y su repercusión en el contexto general de las urbes”, Ciudades en el Tiempo; Infraestructuras, Territorios y Patrimonio, Santiago de Chile, Asociación Iberoamericana de Historia Urbana, 2016.
[8] Curiosamente se produce esta construcción cuando la Corte se hallaba establecida en Valladolid desde dos años antes, hecho impulsado por el propio duque de Lerma, quién debió entender ya en este momento que más tarde o más temprano volvería a Madrid, preparando tal circunstancia con la construcción de esta casa principal.
[9] John Elliot y Jonathan Brown, Un palacio para el rey, el Buen Retiro y la corte de Felipe IV, Madrid, Taurus, 2003
[10] Carmen Ariza Muñoz, Los Jardines del Buen Retiro, Madrid, Ayuntamiento de Madrid y Lunwerg Editores, 1990.
[10] VV.AA., “Estudios sobre el crecimiento urbano de Madrid”, en Amparo Berlinches Acín (dir), op. cit., tomo 0, p. 30.
[12] Miguel Lasso de la Vega Zamora, “Un recorrido por las antiguas quintas de recreo de la aristocracia en la Comunidad de Madrid”, en Mónica Luengo Añón, Quintas de recreo, Madrid, Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno e Instituto de Estudios Madrileños, 2017, pp. 15-39.
[13] Fernando Chueca Goitia, Madrid y los Sitios Reales, Barcelona, Seis Barral, 1958, p. 26.
[14] Mónica Luengo Añón (coord.), op. cit., 2020, p. 176.
[15] Philippe Cachau, “The Buen Retiro by Robert de Cotte in Madrid, the First Great Architectural Project by Philippe V (1708-1715)”, Cuadernos Dieciochistas, 20, 2019, pp. 443–493. https://doi.org/10.14201/cuadieci20192044349
[16] La silueta de este palacio de Alcañices marcó durante siglos la entrada a Madrid por el Camino de Alcalá, desapareciendo en 1882 para ocupar su solar el Banco de España, construido por Eduardo de Adaro y Severiano Sainz de la Lastra entre 1884 y 1891.
[17] Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, P. 18.697.
[18] Concepción Lopezosa Aparicio, op. cit., 2005.
[19] Pedro Moleón Gavilanes, Javier Ortega Vidal y José Luis Sancho Gaspar (com.), Ventura Rodríguez y Madrid en las colecciones municipales, Catálogo de la exposición celebrada en el Centro Cultural del Conde Duque de Madrid, 17 de mayo a 23 de julio de 2017, Madrid, Centro Cultural del Conde Duque, 2017.
[20] Delfín Rodríguez Ruiz (com.), Francisco Sabatini 1721-1797. La arquitectura como metáfora del poder, Catálogo de la exposición celebrada en la Real academia de Bellas Artes de San fernando y en el Centro Cultural Isabel de Farnesio de Aranjuez, Madrid, Comunidad de Madrid, Electa, 1993.
[21] Pedro Moleón Gavilanes, Juan de Villanueva, Madrid, Akal, 1998
[22] Pedro Moleón Gavilanes, El Museo del Prado. Biografía de un edificio, Madrid, Ediciones Museo Nacional del Prado, 2011.
[23] Pedro Moleón Gavilanes, “Juan de Villanueva y su legado neoclásico en el Sitio del Retiro y El Prado”, Avance de la propuesta para la inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial del Sitio del Retiro y El Prado en Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 2017
[24] María Jesús Sánchez Beltrán, La porcelana de la Real Fábrica del Buen Retiro, Madrid, Electa, 1998.
[25] Amparo Berlinches Acín (dir), op. cit., tomo I, pp. 107 y 203
[26] Miguel Lasso de la Vega Zamora (coord.), Palacios de Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid y Fundación Caja Madrid, 2010, pp. 252-257.
[27] La propiedad fue transferida por la Corona al Ayuntamiento de Madrid en 1868, coincidiendo con la Revolución Gloriosa, convirtiéndose ocho años más tarde en definitiva, durante la Restauración. Se cerró entonces el parque con verja de hierro y bronce, en la que se abrieron magníficas puertas, y se adornó con nuevas fuentes y edificaciones. Ver: Miguel Lasso de la Vega Zamora, “Parque del Retiro”, en Amparo Berlinches Acín (dir), Arquitectura de Madrid. Casco Histórico, Madrid, Fundación COAM, 2003, tomo 1, pp. 61-67.
[28] Frente al Ritz, el otro gran hotel señero de lujo de Madrid es el del Palace, con frente al Paseo del Prado, obra de Édouard Niermans de 1910 sobre el solar del citado Palacio de Medinaceli o Lerma, derribado por entonces. El Hotel Palace configura la esquina de la Carrera de San Jerónimo, encontrándose aquí, e incluyéndose en la delimitación de la declaración como Patrimonio Mundial, el Congreso de los Diputados, proyecto de 1842 de Narciso Pascual y Colomer.
[29] Ignacio González-Varas, Los palacios de la Castellana: historia, arquitectura y sociedad, Madrid, Turner, 2010.
[30] Alberto Sanz Hernando, “Palacio del Marqués de Linares”, en Miguel Lasso de la Vega Zamora (coord.), op. cit., pp. 324-329.
Miguel Lasso de la Vega Zamora es Doctor Arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid (2004). Ha sido responsable del Servicio Histórico del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (02/2002 a 08 /2011) y director del Instituto Arquitectura de la Fundación del mismo organismo (12/2008 a 08/2011). En la actualidad es gerente de la Fundación Arquitectura COAM y profesor titular de historia de la arquitectura en la Universidad Europea de Madrid..
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Publicado: Nov 11, 2021