Se ha inaugurado el segundo de los pabellones que forman la segunda edición de TAC! Festival de Arquitectura, "Lost Forest", localizado en San Sebastián-Donostia y propuesto por los arquitectos Julia Ruiz-Cabello Subiela y Santiago del Águila como un monumento levantado para concienciar sobre el drama que suponen la pérdida de los bosques causada por los incendios forestales.
Fotografía: Adrià Goula.
El Festival TAC! tiene como propósito principal ofrecer a los arquitectos jóvenes provenientes de Escuelas de Arquitectura española una oportunidad para llevar a cabo propuestas que luego se materializan en un pabellón real que sirva para dinamizar durante un mes las actividades culturales de una ciudad.
Una de las consecuencias más interesantes de esta iniciativa es la colaboración que se establece entre instituciones, provenientes del gobierno central, de los gobiernos de las autonomías y de los propios ayuntamientos, así como asociaciones culturales locales, como ha sido en esta ocasión, en la que el Festival TAC! participa en la Bienal Internacional de Arquitectura de Euskadi Mugak/ que en esta edición se ha organizado en torno al el lema “reconstruir, rehabitar, repensar”.
El lugar elegido por la organización del festival, con el arquitecto Javier Peña como director creativo, fue Sagüés, un espacio límite entre el mar y el monte y entre el campo y la ciudad ocupado por un aparcamiento y utilizado como circuito de patinadores.
Plano de situación de Lost Forest. en Sagüés.
Muchas de las sesenta y seis propuestas proyectadas para este espacio, como se puede ver en la exposición de los proyectos finalistas abierta en Espacio Añarbe, proponen un manifiesto, un alegato, una llamada de atención, de auxilio, frente a las consecuencias del cambio climático que ya estamos sufriendo, y si hay algo en común en ellas es su formalización arriesgada en la que, en un gran número de proyectos, se propone reutilizar materiales tradicionales y generar la mínima cantidad de residuos. Así, el proyecto ganador, Lost Forest, centra el mensaje en la tragedia de la pérdida de masa forestal debido a los incendios.
La responsabilidad del cuidado de los bosques debe ser prioritario por suponer un pulmón de oxígeno vital, por capturar C02 de la atmosfera, por frenar la desertización, ofrecer un material natural y versátil como la madera y por ofrecer un espacio de biodiversidad esencial. Por todas estas razones, Julia Ruiz-Cabello Subiela y Santiago del Águila decidieron crear una arquitectura efímera que trajera troncos de árboles procedente de bosques quemados y con ella el color y el olor del drama.
María Arana, comisaria de la bienal Mugak/ subraya que Lost Forest “des-celebra la acción humana, violenta con la naturaleza”, recuerda que el 40% de los bosques que se queman en Europa están en la península.
@ El Roto
Lost Forest se propone como un hito efímero que se suma a la secuencia de hitos que jalonan la ciudad, desde el Peine de los vientos de Chillida o los bloques vítreos que conforman el Kursaal de Moneo. Es una arquitectura impactante. Recoge el mensaje lanzado por El Roto en la viñeta de ‘Un paseo por el bosque’ que plasmaba como un apilamiento de madera. Es una grieta que dirige la mirada hacia dos montes, el Urgull en la distancia y el Ulria a sus espaldas, en la que se experimenta la pérdida de los bosques a través del olor y de la carbonilla que cae de manera casi imperceptible de sus paredes inclinadas, pero acaba depositándose en la ropa, en el suelo. Julia y Santiago han creado un espacio de reflexión con referencias indudables a lugares sacros, como es la Bruder Klaus Field Chapel de Peter Zumthor, que tenían como inspiración, en donde la acústica también invita a una conversación en un tono respetuoso.
Fotografías: Adrià Goula.
Lost Forest supone un cúmulo de sensaciones que responde al deseo de los autores de hacer un monumento dedicado al bosque, como comenta en la inauguración Julia Ruiz-Cabello Subiela. Tratan de trasladar toda la madera del bosque quemado de Puente la Reina en Navarra en junio de 2022 –15.000 hectáreas de bosque quemado–, a un contexto urbano para, de una manera directa, poner en conocimiento de los ciudadanos una catástrofe que parece no afectarnos, y es esa desconexión la que propicia los incendios. “La monumentalidad caracteriza esta catástrofe”, añade la arquitecta.
Fotografía: Adrià Goula.
El proceso constructivo de Lost Forest ha supuesto un reto importante para los arquitectos y para el Festival, aunque Javier Peña, director creativo de TAC! reconocía que ante cualquier adversidad los autores siempre encontraban una respuesta y una solución.
El diseño del pabellón y el monumento resultante difieren mucho, reflejo de un proceso complicado en el que, como los arquitectos reconocen, han aprendido mucho. En primer lugar, que los troncos talados son un material vivo y no responden a dimensiones regladas. Para su comprensión y para lograr definir finalmente la propuesta ha sido esencial trabajar de manera cercana y coordinada con las empresas madereras que han suministrado, transportado y colocado los troncos: Maderas Larreta y Santos.
A la pregunta de si hay algo de esta experiencia constructiva que creen poder llevar a futuros proyectos, Santiago del Águila destaca el olor y el hecho de que sea permeable, que permita pasar el viento, que sea fresco por dentro. Reduciendo la escala, sí que podría tener sentido. Julia Ruiz-Cabello se detiene en el ecosistema que se crea a los pocos días de levantada la estructura, que se ha llenado de insectos, mariposas y pájaros que se posan.
Fotografía: Adrià Goula.
Los autores resumen todo este proceso de construcción y aprendizaje
En el contexto de emergencia climática en el que vivimos, el pabellón Lost Forest trata de acercar la realidad de los incendios forestales y de sensibilizar sobre la importancia de la convivencia, cuidado y gestión sostenible de nuestros bosques. El proyecto hace esta reflexión de manera muy frontal, trasladando un gran volumen de madera quemada proveniente de un incendio cercano al contexto urbano de la ciudad de Donostia, entre un enclave de mar y dos montes.
El volumen está compuesto por agrupaciones de troncos apilados de 4m de longitud. La especie es pino laricio proveniente de uno de los ocho incendios que, en junio de 2022, arrasó con casi 15.000 hectáreas en Puente la Reina, Navarra. Gracias a Maderas Larreta, encargados de la planificación del aprovechamiento de estos montes quemados, hemos podido conocer de cerca la labor tan importante de los servicios forestales sobre el terreno, una vez extinguido el incendio. Ellos han sido los que, interesados en que se conozca su trabajo, han colaborado con el proyecto proporcionando los casi 1.000 estéreos de troncos apilados que conforman el volumen. Una vez termine y se desmonte el pabellón, esta madera seguirá su camino y el bosque su regeneración.
La idea de diseño del proyecto, desde su inicio hasta su materialización final, ha sido siempre la de un monumento transitable. Un monumento que responde en su dimensión a la escala inconcebible de una catástrofe natural de este tipo. Además del impacto que pretendía generar el proyecto con su magnitud, también se buscaba un espacio interior de contemplación y de mirada hacia el paisaje, donde cobraba mucha importancia la experiencia sensorial y convivencia con el espacio.
El material constructivo en este caso ha sido determinante a la hora de definir el diseño final. Un material que nosotros hemos aprendido a considerar como sujeto y como elemento vivo, que tiene un comportamiento natural, propio e inexacto y con el que ha sido complejo trabajar. Cada tronco que conforma el pabellón tiene su forma y dimensión. La única propiedad que comparten entre ellos es su longitud cercana a los 4m, condición que se hizo indispensable para optimizar su transporte de llegada al pabellón y devolución posterior. Se ha escogido la medida de 4 m porque los camiones de transporte cuentan con una longitud de 12,50m. Este condicionante en el transporte ha marcado, además de ésta, otras líneas definitorias en el diseño del pabellón.
No se podía manipular en ningún caso la madera (para devolverla y transportarla en las mismas condiciones) y el montaje de la misma en obra se complejizaba por los medios auxiliares necesarios para desplazarla de un sitio a otro. La imposibilidad de manipular el material también respondía a otra necesidad del proyecto: el tiempo de montaje. Toda la madera que ha llegado al pabellón proviene directamente de las zonas de bosque donde se ha cortado. No pasa por ningún proceso intermedio y no se ha podido contar con ningún tipo de prefabricación anterior a la semana de montaje del pabellón.
Entendida tanto la naturaleza viva del material como sus condicionantes de transporte, montaje y devolución, se estudiaron las posibles respuestas arquitectónicas que podrían tener lugar en la explanada de Sagüés durante esos días para conseguir el resultado espacial ideado en el proyecto.
En un principio se tomó la decisión de no dotar a la madera de carácter estructural debido a la no posible caracterización inicial del material y de su comportamiento.
Planteamos en un inicio un primer sistema estructural ejecutado con pórticos metálicos de pilares, vigas y diagonales de acero S275 formando un volumen total de acero de 3.3m3 y cuya misión era soportar enteramente el peso de lotes atados de troncos de madera dispuestos horizontalmente a modo de fachada. Debido al carácter temporal de la estructura y la prohibición de alterar el pavimento asfaltado de la plaza existente, se proyectó como cimentación un emparrillado de perfiles metálicos de acero sobre el que se soldarían los pilares de los pórticos. A su vez, el emparrillado transmitía al terreno existente la carga a través de enanos de acero que guardaban el desnivel sobre chapas de reparto de 50x50x1cm de espesor que apoyaban directamente sobre el asfalto. Este emparrillado se replicaba en la coronación de la estructura, siguiendo su geometría, para atar todos los pórticos entre sí y darle mayor estabilidad.
Se preveía también la ejecución de los pórticos principales en taller para su posterior traslado y puesta en obra, donde el esquema de montaje era elevarlos y arriostrarlos entre sí, mediante elementos horizontales (vigas de forjado), sobre los que se depositarían directamente los lotes atados de madera.
Una vez ejecutada la estructura se procedería con el izado de la madera sobre la misma. Para ello necesitábamos de una plantilla regulable en suelo que nos permitiera la disposición de hileras de troncos cinchados entre sí formando la agrupación que podía contener cada celda de la “estantería”. Esta plantilla en suelo nos permitiría a la vez ir controlando la geometría e inclinaciones buscadas que definirían el espacio interior del pabellón. Una vez completada cada agrupación en suelo se elevaría el volumen completo sobre la estructura hasta completar el total de celdas.
A partir de varios ensayos y estudios en maqueta se optó por llevar a cabo un proceso de optimización estructural que también simplificaba mucho los medios de montaje.
Se realizaron en un laboratorio de estructuras varios ensayos de carga con troncos distintos de la misma especie y de diámetros y pesos variables y se observó la gran capacidad estructural a compresión del tronco de madera. Se optó por otorgarle al mismo carácter estructural autoportante. Las vigas de forjado horizontales entre los pórticos se consideraron redundantes y se sustituyeron por un sistema de arriostrado auxiliar con cables de acero que ataban los pórticos entre sí mediante un sistema de postesado. De esta manera acero y madera trabajan de manera colaborativa y el uso de los tensores simplificaba el sistema de montaje.
El no disponer de estas barras horizontales de la estructura además eliminaba la necesidad de la plantilla y la formación de las agrupaciones en suelo anteriores al izado de la madera lo que en consecuencia simplificaba enormemente la mano de obra y el montaje ya que solo se hacía necesaria para la colocación de los troncos la pinza forestal cuyo uso está testado en el proceso industrial del material.
Esta pinza opera desde arriba depositando los troncos de manera muy rápida. Al no estar arriostrada la estructura mediante barras no había ningún elemento que impidiese su operatividad. Se estimó que podría rellenarse la estructura al completo en 2-3 días de funcionamiento con un único operario. Se contaba con la posibilidad de no poder llegar al límite de la altura establecida por los condicionantes de visibilidad del operario y por la dificultad de nivelación que presentaba el apilamiento.
Estas variaciones, junto a una racionalización de la geometría para facilitar el montaje, acabaron reduciendo el volumen del acero de 3.3 a 1.5m3.
Tras la ideación del sistema optimizado se establecieron las siguientes conclusiones que determinaron el carácter experimental del proyecto:
-Se había conseguido dotar al tronco de madera de un carácter estructural. Esto correspondía más a la idea original de proyecto y se ajustaba mejor a la naturaleza del propio material dejando el volumen de acero en una posición auxiliar y complementaria.
-Se había conseguido reducir a la mitad el volumen de acero. Este material actuaba ahora como guía y no como soporte para que la madera se apilase de forma natural y rápida.
-La introducción de los tensores y el sistema de postesado ayudaban a la simplificación de la estructura y el montaje. Era necesario no obstante nivelar bien cada cierta altura para que los tensores pudieran colocarse de la forma adecuada y con la holgura necesaria. Cuando se continuaba con la descarga de la madera por encima de los tensores de un nivel estos se verían forzados a un recorrido mayor sin poder aumentar su longitud lo que produciría la tensión necesaria entre los pórticos.
-Se contaba con cierta indeterminación del comportamiento del material ya que no había estudios ni ejemplos anteriores donde poder someterlo a prueba.
-La estructura planteada permitía un apilamiento de unos 1000 estéreos (medida de m3 de troncos de madera apilados) lo que corresponde a unas 500T de peso. El volumen de las guías de acero era de 1.5m3 correspondiente a unas 12T.
El sistema planteado funcionó bien a la hora de facilitar la descarga de la madera en la estructura y agilizar la logística dentro de los condicionantes de la plaza y la brevedad del montaje. Por otro lado, nos dimos cuenta de interacciones no previstas o difíciles de modelar para un material multiforme como son los troncos, las dejamos aquí planteadas:
La forma cónica de los trocos y su alineación con la estructura resultó en prácticas no previstas por el operador de la grúa con la pinza forestal, los esfuerzos de alinear troncos con la herramienta hidráulica resulto en agrupaciones acuñadas de maderos que generaban deformaciones en la estructura antes de poder colocar los tensores de arriostramiento.
El comportamiento de los cables bajo tensión al formar los niveles también generó algunas situaciones imprevistas. Echamos en falta adaptabilidad para regular la tensión, que se podría haber solucionado colocando tensores en ambos lados de la estructura para evitar sobrecargas difíciles de predecir en los tensores. Particularmente en el lazo perimetral que circulaba del pórtico uno al cuatro, una vez descargada la madera el cable quedaba atrapado debajo de los troncos, y regular el tensor en un lado de la estructura era inefectivo para aliviar tensiones en el lado opuesto.
Fotografía: Adrià Goula.
El pabellón es resultado de un diálogo entre los dos sistemas: el apilamiento de troncos con su comportamiento imprevisto y complejo y la estructura que da orden. Es por ello que se buscó este límite con una respuesta arquitectónica experimental, testada in-situ y a partir de la cual se obtuvieron resultados mayormente positivos y conclusiones sobre su comportamiento que podrán servir para actuaciones futuras.
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Publicado: Oct 26, 2023